Hace ocho meses sentada en un hotel en Seattle Washington, se me ocurri? que podr?a conseguir que mi editorial aceptara que yo tradujese el libro Secretos de la Cocina Colombiana de mi autor?a para recolectar fondos para los ni?os en Colombia. Muchos medes dur? habl?ndoles, y explicando cuan grande podr?a ser la ayuda, y que adem?s el 100% del dinero recaudado ir?a para los ni?os. Finalmente el 22 de Septiembre recib? por correo electr?nico el si final, y nos dieron permiso de vender en Colombia el libro durante 10 a?os para los ni?os de Nutrir. Hemos sacado una edici?n bell?sima de 5000 copias, con fotos a color, tomadas por m?, ya que el presupuesto no exist?a, pero que son bell?simas. La familia entera, personas que aun no he conocido y los contactos de mi hermana en Estados Unidos lograron volver este sue?o una realidad. En este mes de Diciembre decid? ir a conocer el lugar donde ir?a todo este esfuerzo de tanta gente. En este rec?ndito lugar de mi ciudad natal esta una casita sencilla, pero limpia y alegre donde se sirven ya hoy en d?a 140 almuerzos diarios y donde se atienden unas 10 madres solteras y en estado de gestaci?n. Estas personas todas en estados cr?ticos de nutrici?n son atendidas por una dietista, una cocinera y un grupo de voluntarias que dan su coraz?n en este lindo espacio. Mi madre ha sido rejuvenecida por este grupo de alegres voluntarias y de ni?os llenos de amor. Llegamos all? un mi?rcoles caluroso, casi al medio d?a cuando ya uno de los grupos estaba terminando de almorzar y entrar?a el segundo. En la puerta estaban los ni?os agrupados esperando su turno para entrar cuando llegamos. Ellos conoc?an a todos menos a mi hija y a m?. Yo llegaba con una c?mara enorme y una hija alta flaca y p?lida. Todos miraban a ver que seria lo nuevo. Al entrar nos mostraron el lugar, limpio, alegre y claro; todas nos separamos y yo fui dando vueltas para tomar fotos y hacerme al ambiente navide?o que reinaba. Mi madre y mi hija se sentaron en las mesas para ayudar a los ni?os y recordarles que hab?a que comer ya que al d?a siguiente llegar?a Santa. Las voluntarias continuaban con su trabajo de dar las vitaminas y todo el cari?o a estos chiquitos. Con besos y abrazos, y cuentos de otros d?as pasaba la hora de salida y llegaban nuevos comensales. Las horas pasaron volando, y todos comieron y se lavaron sus manos, antes y despu?s de comer. Sud?bamos todos, pero era tal la energ?a que no se sent?a. Ya ?ramos todos conocidos y logre tomar mas de 200 fotos que luego envi? para que a cada uno le llegar la suya. Ellos estaban dichosos pues lo sab?an. Nos despedimos con un simple adi?s, hasta la vista con la mano a lo lejos. Hab?amos llenado nuestros corazones con m?s amor del que necesit?ramos para todo el a?o siguiente. Pero m?s que todo, hemos llenado nuestras vidas de admiraci?n por las voluntarias de este maravilloso lugar. Gracias a todas y que Dios las Bendiga Siempre!