Ya estamos terminando el primer mes de 2007 y a ms de uno le est costando mantener sus promesas de Ao Nuevo. La ms comn de estas siendo la de alimentarse bien, ponerse a dieta o bajar de peso. Aun cuando las tres se usan intercambiadamente, son muy diferentes, y solo la primera lleva al cuerpo a la meta indicada y lo mantiene all. Vivir en esta tierra bendita y llena de sol y de palmas, nos permite gozar del verano a principio de ao y nos presiona para estar en forma en esta poca.
Caminaba por las playas de Pacfico hace unos das, cuando como es de mi costumbre, me puse a investigar que haba de nuevo para m en este lugar. Por primera vez me encontr con piuelas y decid traer un poco a mi casa para experimentar. Iba en busca de corozo, o tal vez de uvita de playa, una fruta de color morado oscuro, casi negro y de sabor cido. A mi me encanta preparar jugo con ella y por eso buscaba una palma para sembrar en casa. Igualmente encontr en los mercados el Saril, o Flor de Jamaica y para fin de ao estuve preparando platos variados con su jugo.
En el camino de vuelta a la ciudad par en varias fruteras al borde de la carretera y compr patilla, naranjas, pia, papaya y bananos. Iba feliz con un arco iris de frutas para mi mesa.
En esta tierra bendita, tenemos una gran variedad de frutas y verduras que nos ofrecen salud fsica y mental. En tierras altas cultivan toda clase de hierbas y lechugas, fresas, uchuvas, moras, tomates y mucho mas, para complementar aquellos alimentos que nos ofrece el mar y sus tierras clidas. Qu mas podemos querer! En los colores encontramos variedad de vitaminas, minerales y antioxidantes; el secreto de la longevidad. El balance de stos en nuestra alimentacin nos lleva a una salud total, integral y duradera. Y esto, es lo que llamo El Viejo Mercado! Aquella compra que se traa a casa en canastos y que provena del fruto del campo, en su mas fresco y colorido esplendor.
Ms que un lugar, es un estilo de vida. Aos atrs las madres no saban nada de nutricin y aun menos de dietas. Ellas cocinaban para satisfacer al alma, y compraban lo que la tierra tenia para dar. Hoy en da la facilidad de obtener cualquier producto que deseemos, y a todo momento, nos ha llevado como sociedad, al exceso. El adulto, distinto al beb, come aun cuando ya no tiene hambre. EL exceso de peso, el exceso de comida, el exceso de placeres externos ha desbocado al hombre de este siglo, quien batalla a diario para volver de forma cientfica a una vida simple, placentera y sana. En esta tierra lo tenemos todo para logra este objetivo.
Volvamos al mercado con la mente de nuestros antepasados. El estilo de vida que llevamos en casa, en privado, donde nadie nos ve, se refleja en el bienestar que irradiamos por fuera. Al ir al mercado que siempre vas, busca el lugar donde llega la comida a diario, donde el color y la frescura abundan y llvalo a casa. Ofrece un poco de esta luz a tu cuerpo y ste te agradecer tu inters. Que rico sentarse en casa luego de un da de arduo trabajo para deleitar un fresco licuado de frutas.
Pasar a la mesa para luego deleitar un filete de pescado fresco, salido de nuestro mar y acompaado de una variedad de lechugas, adornadas con pequeos trocitos de palmitos frescos, o tal vez de fresas, mango y hierbas, con una suave salsa de aderezo preparada antes de sentarte a este banquete. Le podemos dar color y sabor a nuestra vida diariamente, sin tener que pensarlo mucho. Si estamos cortos de tiempo podemos ir a las fruteras y obtener los productos cortados y pelados en pequeos paquetes, pero siempre frescos del da y con todos sus atributos todava vivos. En este verano que apenas comienza, al igual que el nuevo ao, dmosle vida viva a nuestra vida con una alimentacin que proviene del cario y el amor que tenemos para dar. Sin complicaciones y ofreciendo un poco del escaso tiempo que hoy en da tenemos, podemos volver al placer de la buena mesa y la familia unida alrededor de esta.





